martes, 26 de junio de 2007

Red Rocket 7

Conocía a Mike Allred de leer su correcto Madman, y la excelente serie X-Force/X-tatix con guiones de Peter Milligan. Allred es un gran dibujante, influenciado por la línea clara europea (Chaland, Daniel Torres…) y la estética retro; sus páginas son una delicia, coloreadas con acierto por su mujer, Laura. Pero como guionista, aunque en Madman tenía buenos momentos, en esta obra patina bastante.

Red Rocket 7 narra dos tramas paralelas: la primera de ciencia ficción, con alienígenas que persiguen en la Tierra al protagonista, Siete, un alien que se hace pasar por humano (y que recuerda mucho a Madman, igual de inocente), después de haber ocupado su planeta. Pistolas de rayos, astronaves, filosofía barata, angustia vital de culebrón y la clásica historia “chico conoce chica” son ingredientes que han dado para mucho, y lo que les queda. Allred no aporta nada nuevo (aunque lo dibuja muy bien, eso sí).

La segunda trama hace un repaso a la historia del Rock’n’Roll desde que el Rocket Red original (del que se clonó a Siete y sus “hermanos”) llegó a la Tierra, a principios de los 50, hasta nuestros días. Al más puro estilo Forrest Gump, Siete conoce a Little Richard, Elvis, los Beatles, los Stones, Dylan, Bowie, Nirvana… hasta los Dandy Warhols como muestra de las últimas tendencias (seguramente incluídos por ser amiguetes del autor). Es la parte más aprovechable para los amantes del rock clásico: la historia (muy bien) ilustrada del rock’n’roll vista por un extraterrestre pseudohippy.

El cómic incluye también un CD con canciones del grupo de Allred, The Gear. En la biblioteca no lo tienen, así que no lo he escuchado, pero por lo que he leído por ahí deja bastante que desear… también.


viernes, 22 de junio de 2007

Desaceleración


Desnudo bajando una escalera (1912) - Marcel Duchamp


Yo era puro nervio, lo hacía todo rápido, hablaba, caminaba, iba y venía a toda prisa, comía sin masticar, bebía a grandes tragos, hacía una cosa y ya estaba pensando en la siguiente, con ansia, siempre apurado, de aquí para allá, pim-pam, pim-pam, era muy estresante, y la rapidez no siempre es buena, en el sexo, por ejemplo, ya me entendéis, mi novia se hartó de mí, me dejó, y cuando lo hizo toqué fondo, me metí en malos vicios, alcohol, drogas, me pasaba mucho, hasta que sufrí un infarto y decidí cambiar de hábitos, me iba la vida en ello. Fui a un médico chino, un hostiópata de esos. Me inyectó baba de caracol y no sé que otras sustancias, yo no tenía mucha fe en la medicina natural, pero lo cierto es que pareció funcionar. Aprendí a tomarme la vida con más calma, a valorar mi tiempo y disfrutar de los pequeños detalles de la vida como la sonrisa de un niño o el aroma de una flor o la tranquilidad de un domingo por la tarde… qué se yo, tantas cosas que me estaba perdiendo… Puede parecer extraño, pero aquello… aquello fue realmente un punto de inflexión en mi vida y ha supuesto una transformación tan profunda… a nivel físico, pero sobre todo a nivel mental… Me he detenido a reflexionar sobre mí mismo, sobre el sentido de mis acciones… he comprendido que sólo dejando de actuar conseguiré que… que mi huella sobre el mundo sea… lo más imperceptible que pueda, ahora sólo… contemplo pasar las cosas… veo… fluir los acontecimientos… delante de mí… cada vez… más… des… pa…

jueves, 21 de junio de 2007

El almanaque de mi padre

Yoichi, que vive y trabaja en Tokio, debe volver a su pueblo natal para asistir al funeral de su padre, del que se había distanciado años atrás y del que guarda pocos y distorsionados recuerdos. Durante el velatorio, a través de la perspectiva de familiares y amigos, Yoichi repasa su propia historia y la de su familia, reinterpretando el pasado con ojos de adulto, y finalmente comprendiendo mejor los motivos de sus mayores, dándose cuenta de muchas cosas, como suele pasar, cuando ya es demasiado tarde.

El pueblo en que se desarrolla la acción, Tottori, es también el pueblo natal del autor, Jiro Taniguchi, que se ha servido de sus recuerdos para plasmar el Japón rural de los años 50 y las familias que lo habitaron, unas familias que no difieren mucho de las occidentales, por lo que cualquier lector podrá sentirse identificado con las situaciones que se narran y con los personajes, que están perfectamente definidos.

El ritmo es muy pausado, intimista, se detiene en un paisaje o una mirada, y a veces nos parece escuchar una bonita música de violines entre viñeta y viñeta. El estilo de dibujo es clásico y detallista, muy apropiado para una historia evocadora y nostálgica, donde las caras dejan ver los sentimientos que hay detrás de los personajes.

lunes, 18 de junio de 2007

eXistenZ

En una entrevista de hace unos años le preguntaban a Antonio Escohotado cuál pensaba que iba a ser la droga del futuro, a lo que respondía: la imagen. Yo me lo creo, ¿hasta dónde pueden llegar los videojuegos e internet? Millones de personas dedican muchas horas al día a jugar con la consola o el ordenador hoy en día, ¿qué pasará en un cercano mañana, cuando las posibilidades sean casi ilimitadas gracias a la realidad virtual? Podremos asumir roles diferentes, interactuar con otros jugadores y hacer, en definitiva, lo imposible realidad. Virtual, pero realidad al fin y al cabo (me viene a la cabeza el ejemplo de acostarse con Marilyn Monroe: podrá hacerse, o al menos un simulacro más que satisfactorio). Cientos de millones de personas vivirán una doble (o triple…) vida virtual en el ciberespacio, que por desgracia estará controlado por los mismos que controlan el espacio “real”.

eXistenZ
(1999), de David Cronenberg, abunda en estas posibilidades, y apuesta por grupos de personas jugando a la vez mediante una especie de consola tecnoorgánica llamada vaina, que se conecta al cuerpo a través de unos implantes que los jugadores se agujerean en la columna: los biopuertos. Una vez dentro de eXistenZ (o viceversa), cada jugador asume un personaje que le empuja en la acción del juego, una trama de aventuras en la que el propio juego está involucrado.

Pero también hay grupos “realistas” que se oponen a los juegos génicos, y que atentan contra Allegra Geller (Jennifer Jason-Leigh), la creadora de eXistenZ. Ésta debe huir ayudada por un ejecutivo inexperto llamado Ted Pikul (Jude Law). Esta parte del argumento está basada en la fatwa contra Salman Rushdie, ya que la idea para la película parte de una entrevista que Cronenberg le hizo al escritor inglés.

Partiendo de esas premisas, el director se recrea en sus tics habituales: la fusión entre el hombre y la máquina, lo orgánico y lo artificial, la relación del creador con su creación, el sexo (por ejemplo: las vainas se manejan con unos mandos que recuerdan mucho a pezones)… logrando una atmósfera inquietante y turbadora (marca de la casa de este autor), en la que realidad y ficción se entrelazan constantemente.

Como curiosidad, en este enlace, además de una sinopsis incluyen un glosario con todos los términos “técnicos” que se usan en la película.

jueves, 14 de junio de 2007

Horóscopo

(pinchar en la imagen para ver más grande)

martes, 12 de junio de 2007

Transmetropolitan

Después de tanto cómic gafapasta últimamente, tenía ganas de leer algo ligero, puro escapismo con peleas y tiros. Así que me compré los dos primeros números del Transmetropolitan que está reeditando Planeta, de Warren Ellis y Darick Robertson, para hacer de paso la prueba con Ellis y decidir si me gasto los 26 eurazos en el tomo de Planetary, que me llama bastante.

Spider Jerusalem es el carismático protagonista, un periodista a lo Hunter S. Thompson con muy mala leche y hasta el culo de anfetas, que se pasea por un futuro cercano que se parece mucho a nuestro presente. La crítica social, la violencia, el humor negro e incluso el dibujo de Robertson (flojo, para mi gusto) me han hecho recordar muchos otros cómics: Predicador, sobre todo, y otros tebeos “rompedores” de los 80: Skreemer, Slash Maraud… pero sin aportar nada nuevo, y aunque no me ha decepcionado del todo, esperaba algo más. Quizá compre otro par de números para ver si mejora, pero el tomo de Planetary lo veo más lejano cada vez.

lunes, 4 de junio de 2007

La señorita Julia

Es la obra más conocida del sueco August Strindberg (1849-1912), considerada precursora del teatro moderno y primera obra naturalista de la dramaturgia sueca. La biografía del autor es muy interesante, salpicada por la bohemia, problemas mentales, una extraña relación con el sexo femenino y la admiración ambivalente que sus compatriotas (no siempre) le rindieron.

Durante las celebraciones de la noche mágica de San Juan, entre la señorita Julia y su criado Juan se inicia un juego de seducción que es llevado al extremo. Strindberg se vale de esta situación para hablar de las diferencias entre clases sociales, también de los irrefrenables instintos humanos, y de una época de cambios en la que se estaban rompiendo los antiguos moldes sociales. Para ello profundiza en la psicología de los personajes, que no son de una pieza, sino ambiguos, influidos por varios factores, basculando entre los viejos y los nuevos tiempos.

Así, los actos de la señorita Julia vienen condicionados por la educación que recibió de sus padres y por haber sido abandonada por su anterior novio, pero también por la excitación del baile de esa noche, el olor de las flores o porque tiene la regla, como nos dice Strindberg en el prólogo. Las conversaciones son también lo más reales posibles, con sus (aparentes) banalidades, divagaciones, o dejando un tema de lado momentáneamente para desarrollarlo más adelante.

Por cierto, si no la conocéis, recomiendo leer la obra antes que la introducción y el prólogo del autor, pues en ambos destripan el final.