lunes, 19 de enero de 2009

La vida instrucciones de uso

Georges Perec imaginaba la fachada de un edificio a la que le hubieran quitado las paredes, como en 13, Rue del Percebe. Moviéndose por esta fachada como un caballo de ajedrez, cada capítulo describe minuciosamente la habitación de un piso, la decoración, los objetos, y en ocasiones las vidas de sus habitantes. Así, los distintos pisos y sus vecinos encajan como piezas de un gigantesco puzzle, abarcando múltiples historias dentro de historias, que unidas formarían un mosaico del siglo XX, o el cuadro que el viejo Valéne sueña con pintar.

Las referencias al ajedrez y el puzzle no son casuales, la novela es un juego en el que se repiten elementos, como los crucigramas, los objetos de forma octogonal, las novelas policíacas baratas, las imágenes dentro de imágenes que se repiten hasta el infinito… y otras muchas pistas que se me habrán pasado. Podéis ampliar la información de esta pobre reseña, por ejemplo, aquí.

Es un libro muy ambicioso (a Perec le llevó nueve años escribirlo), y tan lleno de descripciones que puede abrumar al lector, pero en cuanto lees el primer tercio ya no puedes parar hasta acabarlo. Así me ocurrió a mí, al menos, y en todo caso el esfuerzo merece mucho la pena.

Las últimas páginas incluyen un índice onomástico, un índice de las historias narradas, una línea de tiempo con referencias cronológicas y un croquis del edificio. Os aviso para que no os pase como a mí, que me curré mi propio croquis para orientarme antes de descubrir el que trae el libro.

lunes, 12 de enero de 2009

Arrugas

Ejem… ¡Feliz año, cuánto tiempo!

Este tebeo de Paco Roca fue el gran triunfador español del año pasado, ganador del Premio Nacional de Cómic y superventas incluso entre lectores que no suelen leer cómics. Y es que su tema, la vida en una residencia de ancianos, ha tocado muchas fibras sensibles en una población tan envejecida como la de nuestro país (que además está destinado a convertirse en el geriátrico de Europa, y pronto).

Ya he comentado alguna vez que me parece muy difícil no caer en la ñoñería al tocar ciertos temas, como la vejez y la enfermedad, en este caso. Por suerte el autor consigue, aunque sea por los pelos, un buen equilibrio entre ternura y frialdad, usando hábilmente los recursos de la historieta para acercarnos a las rutinas de la residencia y a sus habitantes: el compañero cínico del protagonista, la pareja aún enamorada, la vieja que guarda mermeladas para su nieto (como hace mi abuela)… Esa aguda observación de lo cotidiano es el punto fuerte del álbum, y su mayor debilidad me parece el intento de "darles una aventura" a los personajes, con un giro que recuerda demasiado a la genial película Alguien voló sobre el nido del cuco.