lunes, 23 de noviembre de 2009

El banquete


Como el Fedón, El banquete es una de las últimas obras escritas por Platón, seguramente la más popular de las suyas y una obra maestra indiscutible.

En forma dialogada, como era habitual en él, Platón narra un simposio en el que participan destacados ciudadanos de Atenas: entre otros, los dramaturgos Agatón y Aristófanes, el médico Erixímaco, el sofista Pausanias y por supuesto el filósofo Sócrates, que se turnan para elogiar a Eros (el subtítulo de la obra es "Sobre el amor"), pues lo consideran un dios muy importante del que se habla poco.

De entre las teorías expuestas, las más interesantes son las de Aristófanes y Sócrates: el primero enuncia la teoría de los andróginos, según la cual antiguamente había hombres, mujeres y una tercera raza de hermafroditas. Los dioses castigaron a estos últimos separando sus sexos, dando lugar a los heterosexuales, que buscan su mitad perdida. Los descendientes de hombres y mujeres "puros" sólo se sienten atraídos por su mismo sexo.

Cuando llega el turno de Sócrates, afirma que todo lo que sabe sobre el amor lo aprendió de una tal Diotima de Mantinea, una misteriosa mujer sobre la que no existen más referencias. Niega la divinidad del amor, al que considera un daimon artero y manipulador, y enseña a Sócrates la diferencia entre el amor físico y el espiritual (el que alumbra ideas y pensamientos, lo que hoy llamaríamos "amor platónico").

Algo que me ha parecido interesante es que, si Diotima educó a Sócrates, y al parecer Aspasia educó a Pericles, tendríamos que dos mujeres han instruido al más importante filósofo y al más importante político de la época.

Entre todas estas disquisiciones filosóficas se intercalan conversaciones desenfadadas entre los participantes, y anécdotas que dotan de vida al relato: el acuerdo para rebajar el vino con agua y no "ponerse" demasiado, pues la mayoría habían salido la noche anterior; Erixímaco dando una cura para el hipo; la llegada de Alcibíades, borracho y cariñosamente celoso de Sócrates… hacen el diálogo mucho más accesible y ameno.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Las avispas / Las nubes

Si Eurípides, como vimos en entradas anteriores, representa un tipo de autor innovador, preocupado por evolucionar y hacer evolucionar a sus espectadores, en Aristófanes nos encontramos con un comediógrafo conservador que se burla de los nuevos modos de filosofar y dramatizar: de Sócrates, o del propio Eurípides…

Al contrario que en la tragedia, los protagonistas de las comedias son gente de la calle, y esto es genial porque nos acerca mucho más a la vida cotidiana de la Atenas de aquel tiempo, una ciudad de 20.000 habitantes en la que todos debían conocerse. Los autores de comedias aprovechaban para satirizar las costumbres de sus vecinos, y aunque Aristófanes critica a los comediógrafos anteriores por su humor grueso o por "tirar caramelos al público para ponérselo de su parte", los gustos de ese público no han cambiado mucho (siguen sin hacerlo) y también en estas comedias más sofisticadas podemos encontrar burlas a personajes conocidos de la polis, acusaciones de homosexualidad, de cobardía, adulterio… (por cierto, uno de los castigos para los adúlteros era introducirles un nabo por el culo… si, en serio).

-Las avispas. Critica la obsesión de los atenienses por meterse en pleitos. Los protagonistas son el viejo Filocleón y su hijo Bdelicleón, quien para conseguir alejar a su padre de la afición a los juicios le monta un juzgado en casa, que el viejo estrena juzgando a un perro. Así consigue que Filocleón se preocupe de otras cosas, y salga a divertirse a un simposio. Pero allí se emborracha, monta un escándalo y acaban por denunciarlo, pasando así de acusador a acusado.

-Las nubes. De nuevo un padre y un hijo enfrentados (el enfrentamiento entre los viejos y los nuevos valores parece un tema muy habitual, también presente en Las Bacantes de Eurípides). Ambos acuden a estudiar a la escuela de Sócrates, donde pueden aprender el Argumento justo y el injusto, que les permitirá ganar todos los juicios. Sócrates es representado como un vulgar sofista corruptor de la juventud y desdeñador de los dioses (recordemos que esa opinión sobre él causó su muerte), que apoyándose en su cháchara puede rebatir cualquier razón. Sus seguidores son jóvenes pálidos y con melena, como se diría actualmente: "unos jipis".