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De cualquier modo, la auténtica visión novedosa del país la encontramos en el recorrido por los barrios bajos de Cádiz, Sevilla, Barcelona… se nota que es la especialidad del autor. Carco se aventura por los ambientes más arrabaleros, dejándose guiar a veces por extraños cicerones, y se topa con un país de contrastes, en el que no es raro ver una imagen de la Virgen en un prostíbulo, o comprobar que la homosexualidad es tolerada, siempre que esté bien escondida para guardar las apariencias.
Como veis, el tema es muy interesante, y aunque la forma de narrar de Carco se me hizo pesada en varias partes del libro, vale la pena leerlo y asomarse a la España de esa época, un país pobre pero con futuro y buen humor, algo que también perderíamos pocos años después con la guerra.