El guionista Olivier Ka se autopsicoanaliza contando una escabrosa historia que tuvo lugar en su infancia y que le acompañó toda la vida. Para ello ha contado con Alfred, un gran dibujante, sin duda, pero que en esta obra abusa de los recursos gráficos: los ha debido usar todos (fotos, fotocopias, dibujo esquemático…), en ocasiones sin venir a cuento, no hay un buen equilibrio entre los momentos de dibujo “clásico” y los de dibujo “experimental”, no sé si me explico.
Pero aunque el dibujo se adecuara más a la historia, seguiría sin convencerme. Ya he dicho alguna vez que me parece muy difícil en cualquier medio ser sensible sin caer en la sensiblería, y el peligro aumenta en historias sobre la infancia, como ésta. Creo que estos autores lo intentan (ya es algo), pero sin conseguirlo.
Pero aunque el dibujo se adecuara más a la historia, seguiría sin convencerme. Ya he dicho alguna vez que me parece muy difícil en cualquier medio ser sensible sin caer en la sensiblería, y el peligro aumenta en historias sobre la infancia, como ésta. Creo que estos autores lo intentan (ya es algo), pero sin conseguirlo.
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