Emile Ajar no es más que uno de los seudónimos del escritor conocido como Romain Gary (que tampoco era su nombre real), el único en ganar dos veces el premio Goncourt: la primera como Gary en 1956 y la segunda como Ajar en 1975, precisamente por éste libro y sin que el jurado sospechara nada, pues Gary seguía el juego haciendo que su primo apareciera ante los medios como Ajar.
En esta novela el narrador es Momo (Mohamed), un niño huérfano que vive en un suburbio de París rodeado por una variopinta fauna de inmigrantes, yonkis, prostitutas… Momo sabe que su madre ha sido una de esas putas, y que lo dejó al cuidado de la señora Rosa, una vieja judía que tras dejar la calle sobrevive cuidando a los hijos de sus ex-compañeras.
Pese a su corta edad, Momo sabe ya mucho de la vida, y nos cuenta su historia entre el desengaño y la ironía. Ese es el gran acierto del libro: la naturalidad con la que Momo se enfrenta a su difícil entorno, y también la ternura de su relación con la señora Rosa. Dos grandes personajes acompañados de unos secundarios muy bien construidos: el médico, el boxeador travesti, o el viejo barrendero que lee a Victor Hugo (Momo dice que algún día él también escribirá Los Miserables, y de hecho lo está haciendo, narrando la historia de los miserables del siglo XX).
Volviendo al autor, su biografía incluye una turbulenta relación con la actriz Jean Seberg. Ambos pusieron fin a sus vidas trágicamente, y aunque no venga a cuento, me apetece despedirme con una foto de la bellísima Seberg.
En esta novela el narrador es Momo (Mohamed), un niño huérfano que vive en un suburbio de París rodeado por una variopinta fauna de inmigrantes, yonkis, prostitutas… Momo sabe que su madre ha sido una de esas putas, y que lo dejó al cuidado de la señora Rosa, una vieja judía que tras dejar la calle sobrevive cuidando a los hijos de sus ex-compañeras.
Pese a su corta edad, Momo sabe ya mucho de la vida, y nos cuenta su historia entre el desengaño y la ironía. Ese es el gran acierto del libro: la naturalidad con la que Momo se enfrenta a su difícil entorno, y también la ternura de su relación con la señora Rosa. Dos grandes personajes acompañados de unos secundarios muy bien construidos: el médico, el boxeador travesti, o el viejo barrendero que lee a Victor Hugo (Momo dice que algún día él también escribirá Los Miserables, y de hecho lo está haciendo, narrando la historia de los miserables del siglo XX).
Volviendo al autor, su biografía incluye una turbulenta relación con la actriz Jean Seberg. Ambos pusieron fin a sus vidas trágicamente, y aunque no venga a cuento, me apetece despedirme con una foto de la bellísima Seberg.
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