Robert Crumb es el más grande, como ya se ha visto por aquí en varias ocasiones. Siempre huyendo de cualquier etiqueta, ahora vuelve a desconcertar a todo el mundo ilustrando el primer libro de la Biblia con su característico y extraordinario dibujo, lleno de fuerza y más realista que nunca, ya que el texto se respeta palabra por palabra, y Crumb se limita a ilustrar los "no-tan-bien-conocidos" episodios de Adán y Eva, Caín y Abel, Noé, la torre de Babel... historias universales que están en la raíz de nuestra cultura, para bien o para mal.
Precisamente la enorme importancia que aún tiene este libro es lo que ha impulsado a Crumb a emprender esta tarea titánica (ya ha dicho que no piensa continuarla con otros libros bíblicos, pero ojalá otros autores se animasen). Y es que es increíble el hecho de que unas leyendas mesopotámicas de hace tantos siglos hayan originado tanta fe, tanto fanatismo, tantas monjas, monjes, rabinos, catedrales y mezquitas... y no me extiendo en criticar las religiones, que me pierdo...
Son muy interesantes los apéndices, en los que Crumb explica las decisiones que tomó a la hora de abordar el trabajo, así como algunas teorías en las que se apoyó: el papel de la mujer, por ejemplo, parece ser el reflejo de la situación religiosa de la época, en la cual la religión "femenina" daba paso a la hegemonía masculina que aún hoy perdura. Esta interesante teoría la vimos también en Los mitos griegos.
Me ha venido muy bien esta lectura, ahora que estoy con literatura antigua. Además, como complemento, el otro día en la feria del libro antiguo me hice con el Gilgamesh (en la maravillosa edición de la Biblioteca Personal de Borges, todo un hallazgo), que, como sabéis, comparte mitos con la Biblia.
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