Voy a empezar a incorporar a mis lecturas clásicas otras obras más modernas que tengan relación con la época histórica que "toque" en cada momento. En este caso me he leído dos obras de Shakespeare ambientadas en la antigua Roma, en las que el genio inglés sigue fielmente las Vidas Paralelas de Plutarco, poniendo de su parte la estructura dramática y unos brillantes diálogos.
La vida de Julio César ha dado para mucho, como ya vimos. En ésta obra lo encontramos al final de su vida, rodeado de intrigas políticas, aduladores… en realidad es el personaje de Bruto quien lleva el peso de la obra, debatiéndose entre su fidelidad a César y su conciencia de que Roma marcharía mejor sin él. Ya sabemos cuál fue su decisión, en cualquier caso ésta es una magnífica obra en torno a la siempre complicada (y a veces odiosa) política.
Antonio y Cleopatra me gustó más, si cabe, porque a las intrigas políticas se añaden las amorosas, la disfruté mucho más: el diseño de personajes es magistral, los cambios de escenario, el ritmo… se muestra la lucha por el poder entre César Octavio (el futuro Augusto) y Marco Antonio, que está "poseído" por Cleopatra y se abandona a una vida disipada en Egipto provocando el escándalo en la (todavía) sobria Roma. Hay un momento increible en el que Cleopatra (cito de la wikipedia):
Se imagina que "los rápidos comediantes / Extemporáneamente nos representarán, y presentarán / Nuestros entretenimientos alejandrinos: Antonio / Será representado borracho, y yo veré / A algún chillón joven hacer de la grandeza de Cleopatra / la postura de una prostituta." Este discurso está lleno de ironía dramática, porque en tiempos de Shakespeare Cleopatra realmente era interpretada por un "joven chillón", y la obra de Shakespeare representa los entretenimientos borrachos de Antonio.