Por una vez, tenemos la oportunidad de comparar la interpretación de un mismo tema por parte de los tres grandes trágicos: la venganza que Electra y su hermano Orestes se toman por el asesinato de su padre, que ya vimos en Esquilo (Las coéforos) y en Sófocles (Electra).
Si Esquilo abordaba el mito de manera más grandilocuente, dando más importancia al conflicto religioso, y Sófocles lo hacía de forma más mundana, humanizando a unos personajes en busca de justicia, podría decirse que Eurípides integra las dos versiones, añadiendo además su toque personal.
Su Electra sigue más bien la estructura de Esquilo (en algún caso para corregirle), pero sus personajes son también más humanos, e incluso los dioses demuestran sus flaquezas: Electra se comporta ruinmente cuando insulta al cadáver de Egisto, Orestes es inseguro y vacilante, Clitemnestra no es tan perversa como puede parecer...
La intriga está perfectamente administrada, manteniendo la tensión a lo largo de toda la obra, hasta la escena en la que Orestes y Electra salen de la casa cubiertos de sangre, que es escalofriante... Cada vez tengo más ganas de ver representada alguna de estas obras clásicas.
Al final, los Dióscuros intervienen como dei ex machina, aunque sólo habla Cástor. Muy coloquial y cercano (para ser un dios), se compadece de las desgracias de la familia e intenta arreglar la terrible situación, de la que hace responsable al oráculo de Apolo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario