Me encanta la forma en que los japoneses tratan sus perversiones, han conseguido renovar en occidente el miedo y la excitación perdidas, y éste manga de Suehiro Maruo es un ejemplo perfecto: no faltan las colegialas de braguitas blancas y pechos incipientes sufriendo brutales violaciones o participando en orgías, pero también hay romanticismo, rebeldía e insatisfacción juvenil… y vampiros, claro.
Aunque el tema vampírico está ya muy trillado, Maruo lo enfoca desde su personal estilo, creando un mundo en el que el mal está por todas partes, no es patrimonio de los vampiros. De ellos explora la fascinación por la inmortalidad, la idea del vampiro como yonki y del vampiro adolescente que busca su identidad fuera de la masa.
Intentaré que me presten el segundo y último tomo para saber cómo acaba esta escabrosa historia...
No hay comentarios:
Publicar un comentario