Christopher tiene quince años y una de esas variedades de autismo que le hacen superdotado para las matemáticas y el pensamiento lógico, pero incapaz de desenvolverse en sociedad. Cuando el perro de su vecina muere atravesado por un horcón, Christopher se lanza a investigar imitando a su admirado Sherlock Holmes, y su investigación acaba yendo más lejos de lo que él esperaba.
Parece ser que el autor, Mark Haddon, trabajó de joven con chicos autistas, y de su experiencia debió nacer Christopher, un personaje con el que es fácil empatizar, pese a su carácter difícil (como pasa con Sherlock Holmes): hiperracional, maniático y poseedor de una particular visión del mundo de los adultos (como cuando analiza nuestra reacción ante la muerte, por ejemplo), el lector sigue con interés los progresos de Christopher como detective, y sufre con él cuando las cosas se ponen difíciles.
Este es un libro que puede disfrutar cualquier tipo de lector. No requiere esfuerzos de comprensión, es breve, muy adictivo, y se hace muy difícil dejarlo una vez has empezado.
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