-Si, si –le interrumpió Rincewind-. Pero, por si te interesa saberlo, van a sacrificar a la chica.
Dosflores le miró, atónito.
-¿Cómo, a matarla?
-Si.
-¿Por qué?
-A mí no me mires. Para que crezcan las cosechas, o para que salga la luna, o cualquier cosa de ésas. O quizá sencillamente les gusta matar a la gente. Es una religión.
Dosflores le miró, atónito.
-¿Cómo, a matarla?
-Si.
-¿Por qué?
-A mí no me mires. Para que crezcan las cosechas, o para que salga la luna, o cualquier cosa de ésas. O quizá sencillamente les gusta matar a la gente. Es una religión.
Terry Pratchett, La luz fantástica
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