En cuanto a los poemas, ya se nos advierte que en esa época su finalidad era sobre todo funcional antes que estética: apelar a los dioses, ensalzar a un atleta, satirizar a alguien… Podían interpretarse individualmente o acompañados de un coro, pero casi siempre con música, y en dos marcos especialmente: la fiesta popular o el simposio.
Esta funcionalidad no los priva de belleza, o al menos del encanto de lo muy antiguo, es sorprendente descubrir temas sobre los que se ha tratado infinitas veces a lo largo de los siglos. Pero su origen está aquí. Otra cosa que me fascina es que las inquietudes de hace veintipico siglos fueran tan similares a las de hoy en día: criticar a los gobernantes, echar un polvo, reírse de los demás…
Como pequeña muestra, os copio un ejemplo en el que Arquíloco (siglo VII a.C.) pasa en pocos versos de la brutalidad a la ternura:
¡Apártamela a los cuervos! Que eso no…
que yo, con una mujer de esa calaña,
sea en el hazmerreír de los vecinos;
con mucho a ti te prefiero,
pues tú no eres infiel ni tienes doblez,
mientras que ella es mucho más tornadiza
y a muchos hace amigos suyos;
tengo miedo de engendrar hijos ciegos y prematuros
por su afán acuciado,
tal como hacen las perras”.
Tales fueron mis razones; y tomé a la joven
y la hice echarse entre esplendorosas flores.
La cubrí con mi suave manto
mientras rodeaba su cuello con mis brazos,
agitada de temor cual cervatillo,
y puse mis manos con dulzura sobre sus pechos
[por donde] dejó ver la frescura de su piel,
encanto de su juventud,
y abrazando su hermoso cuerpo,
expulsé mi blanco vigor, al tiempo que rozaba su rubio [cabello]
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