Pablo Tusset logró en 2001 convertir su primera novela en un best-seller, que un año después fue adaptada al cine y protagonizada por Pablo Carbonell.
El protagonista de la obra es otro Pablo, Pablo Miralles, al que me fue inevitable ponerle la cara del escritor (en la edición que leí, de Círculo, hay una foto suya en la contraportada). También conocido como Baloo, es la oveja negra de su burguesa familia: gordo, aficionado a las drogas, vago, putero… pero cuando su hermano -todo lo opuesto a él- desaparece, Pablo se lanza a investigar, y sus pesquisas le llevan a recorrer, entre porros y vichoff (vodka con agua de Vichy), una Barcelona de clubs muy privados, extraños restaurantes y casas misteriosas.
La trama policíaca es una excusa para analizar la personalidad de Pablo Miralles, un personaje que recuerda mucho al inolvidable Ignatius Reilly. Vicioso, pero con inquietudes intelectuales, aficionado a Internet (parece ser que Tusset trabaja, o trabajaba, como informático), prepotente y espíritu libre, aunque dependa económicamente de su familia.
El libro cumple su función de entretener y su lectura es amena, pero tiene altibajos, y me ha parecido una novela hecha con intención de gustar. Lo cual no tiene nada de malo, mientras no se note, y aquí se nota que el autor quiere “quedar bien”, difundir algunas de sus propias ideas y facturar un producto de éxito. Objetivo conseguido, pero…
El protagonista de la obra es otro Pablo, Pablo Miralles, al que me fue inevitable ponerle la cara del escritor (en la edición que leí, de Círculo, hay una foto suya en la contraportada). También conocido como Baloo, es la oveja negra de su burguesa familia: gordo, aficionado a las drogas, vago, putero… pero cuando su hermano -todo lo opuesto a él- desaparece, Pablo se lanza a investigar, y sus pesquisas le llevan a recorrer, entre porros y vichoff (vodka con agua de Vichy), una Barcelona de clubs muy privados, extraños restaurantes y casas misteriosas.
La trama policíaca es una excusa para analizar la personalidad de Pablo Miralles, un personaje que recuerda mucho al inolvidable Ignatius Reilly. Vicioso, pero con inquietudes intelectuales, aficionado a Internet (parece ser que Tusset trabaja, o trabajaba, como informático), prepotente y espíritu libre, aunque dependa económicamente de su familia.
El libro cumple su función de entretener y su lectura es amena, pero tiene altibajos, y me ha parecido una novela hecha con intención de gustar. Lo cual no tiene nada de malo, mientras no se note, y aquí se nota que el autor quiere “quedar bien”, difundir algunas de sus propias ideas y facturar un producto de éxito. Objetivo conseguido, pero…
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