martes, 13 de noviembre de 2007

La invención de Morel

Siempre que se habla de esta novela de Adolfo Bioy Casares, suelen recordarse las elogiosas palabras que le dedicó su amigo Borges en el prólogo: “no me parece una imprecisión o una hipérbole calificarla de perfecta”. Ante esto, poco cabe añadir. Y aunque Borges y Bioy fueran íntimos amigos y cómplices, no creo que se pueda discutir esa afirmación: la obra es brillante y carece de fisuras en su argumento. Es, sobre todo, un libro muy inteligente (algo que B & B disfrutaban mucho), y contiene dentro de su brevedad (poco más de cien páginas) más material para la reflexión que muchos gruesos volúmenes que circulan por ahí.

El narrador, un fugitivo de la justicia, se esconde en una lejana isla abandonada. Pero un día descubre que ya no está solo: unos extraños turistas se han instalado en la isla. Espiándolos se encontrará con muchos misterios, con un amor imposible… y con la invención de Morel. Si queréis más datos, aquí lo explican todo.

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