El grupo de Médicos sin Fronteras al que acompaña el fotógrafo Didier Lefèvre consigue por fin llegar a la aldea en la que van a establecer su precario hospital. El camino ha sido largo y duro, y Lefèvre lo lleva cada vez peor: su estado físico es malo y encima se le ha mojado la cámara.
Buena parte del álbum consiste (ojo, resumo) en la descripción del día a día en el puesto médico de MSF, incluyendo varias operaciones a guerreros afganos (las batallas se libran a poca distancia), o a vecinos de la aldea que sufren accidentes cotidianos. Algunas fotos son escalofriantes, la labor de los médicos es heróica, y profundizamos algo más en sus personalidades, destacando a Juliette, la jefa del grupo, que se hace valer dentro de la machista sociedad afgana. Al mismo tiempo, Lefèvre empieza a sentir amor por el país, sus gentes y su paisaje. Pero su moral se resiente, está cansado y se plantea volver a Francia antes que sus compañeros.
Las fotos siguen llamando la atención, pero en este segundo libro me he fijado más en el dibujo de Guibert: es excelente, y también el color, la composición… algunas viñetas son para enmarcar, o al menos, para quedarse un buen rato admirándolas. Espero impaciente la conclusión de esta obra, en la que periodismo, fotografía, literatura de viajes y mucho más se funden en un gran cómic.
Buena parte del álbum consiste (ojo, resumo) en la descripción del día a día en el puesto médico de MSF, incluyendo varias operaciones a guerreros afganos (las batallas se libran a poca distancia), o a vecinos de la aldea que sufren accidentes cotidianos. Algunas fotos son escalofriantes, la labor de los médicos es heróica, y profundizamos algo más en sus personalidades, destacando a Juliette, la jefa del grupo, que se hace valer dentro de la machista sociedad afgana. Al mismo tiempo, Lefèvre empieza a sentir amor por el país, sus gentes y su paisaje. Pero su moral se resiente, está cansado y se plantea volver a Francia antes que sus compañeros.
Las fotos siguen llamando la atención, pero en este segundo libro me he fijado más en el dibujo de Guibert: es excelente, y también el color, la composición… algunas viñetas son para enmarcar, o al menos, para quedarse un buen rato admirándolas. Espero impaciente la conclusión de esta obra, en la que periodismo, fotografía, literatura de viajes y mucho más se funden en un gran cómic.
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