“¿Y no le da pena que su poesía no la pueda leer nadie?” “Eso es precisamente lo que busco.” “¿Entonces?” Bastida hizo un esfuerzo como si fuera a confesar un crimen. “Lo que digo en mis versos es de mi exclusiva incumbencia. No le importa a nadie y encuentro ofensivo para los demás proponerles su lectura.” “Además de los versos, hay otras cosas que considera suyas, o al menos eso me dio a entender. ¿Cuáles son?” “Pues, mire, señor: las estrellas, las piernas bonitas de las muchachas que pasan y mientras pasan, el dolor de los hombres, mi propia esperanza y algún que otro juego de palabras.” “¿Nada más?” “¿Le parece poco?”
Gonzalo Torrente Ballester, La saga/fuga de J. B.
3 comentarios:
En el mismo lugar que muestra la foto, pero un siglo después, me crucé con Torrente Ballester, poco antes de su muerte. Venía de asistir a una boda en Santa María (él, yo iba al Campillo).
Pasaba para desearte un Fliz Año Nuevo!!
Gracias, igualmente.
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