sábado, 25 de agosto de 2007

Cara de plata

Aunque escrita en último lugar (1922), según la cronología de los textos es la primera de las tres Comedias Bárbaras de Ramón del Valle-Inclán, uno de mis escritores favoritos del que ya he hablado por aquí. A esta obra le siguen Águila de Blasón (1907) y Romance de Lobos (1908), que junto a otra joya, Divinas Palabras, conforman lo que los expertos llaman ciclo mágico, o mítico, del teatro de Valle.

En el marco de una Galicia rural de finales del siglo XIX, las Comedias Bárbaras narran la decadencia de los Montenegro, una familia de hidalgos poseída por pasiones desaforadas, cuyo mundo está a punto de desaparecer y del que Valle pudo ser testigo en su juventud. En sus propias palabras:

“He asistido al cambio de una sociedad de castas… y lo que vi no lo verá nadie. Soy el historiador de un mundo que acabó conmigo. Ya nadie volverá a ver vinculeros y mayorazgos. Y en este mundo que yo presento de clérigos, mendigos, escribanos, putas y alcahuetas, lo mejor –con todos sus vicios– eran los hidalgos, lo desaparecido.”


Una trivial disputa (el paso por los terrenos del castillo) motiva el enfrentamiento del caballero Juan Manuel Montenegro con el abad de la parroquia: la hidalguía frente al clero, los dos estamentos más poderosos de la época retratados por personajes cargados de intensidad, exagerados pero creíbles, como es habitual en el escritor arousano. Junto a ellos, “el pueblo llano”: Fuso Negro, el loco vagabundo; el sacristán, que es el “perro” del abad (son frecuentes las “animalizaciones” o “deshumanizaciones” en Valle); Pichona la Bisbisera, feriante y echadora de cartas…

Difícilmente representable, como buena parte de su teatro, es el primer intento de seguir en España las corrientes dramáticas modernas que llegaban de Europa, como el teatro simbolista. Así, Valle se aleja de los esquemas clásicos, el espacio escénico tradicional se le queda pequeño, como nos demuestran sus alucinantes y poéticas acotaciones, que leídas hoy nos hacen pensar inmediatamente en el cine antes que en el teatro. En mi caso, mientras leía he pensado que la animación (estilo Tim Burton) podría hacer maravillas con sus obras.

Otro rasgo típico en Valle es su lenguaje, un castellano potentísimo que busca la expresión más enfática mediante palabras hoy en desuso, que pueden hacer ardua su lectura (manía de Austral de poner el glosario al final del libro, en lugar de notas a pie de página), pero decididamente vale la pena el esfuerzo. A estas hay que sumar los frecuentes galleguismos, aunque en mi caso estos son muy disfrutables, porque me recuerdan a las expresiones que usa mi abuela (“arrenegado sea o demo”, por ejemplo) y me encantan.


2 comentarios:

Cárabo dijo...

'Deseo que los jóvenes gocen con Las comedias bárbaras'
No sé cuanto se aproxima tu imaginación estilo Tim Burton a la interpretación que hace de "Comedias Bárbaras" Bigas Luna.

Bigas escogió la trilogía de Valle para su debut como director de teatro y a Juan Luis Galiardo como protagonista. Su estreno fue en el acto de clausura de la II Bienal de Valencia.

Redwine dijo...

Si, iba a comentarlo, pero leí esta crítica

http://www.elpasajero.com/tablado/bigaslunacronica.html

que no habla muy bien del montaje (aunque si de los actores).

Creo que la animación le iría bien pq es un medio que puede ser muy vanguardista, como las obras. Yo vi la ¿película? ¿telefilm? de Luces de Bohemia, y aunque los actores lo bordan (Agustín Glez., Paco Rabal...) eché de menos algo de atrevimiento en la dirección, más esperpento. No sé si me explico, me gustaría ver una versión que respete los textos de Valle y a la vez intente ser fiel a su espíritu innovador y a los ambientes de las acotaciones. Pero sin pasarse, como dice esa crítica que hizo Bigas Luna.
Difícil, me temo.