lunes, 9 de julio de 2007

Ilíada

Parafraseando a Napoleón: desde estas páginas, casi treinta siglos nos contemplan. De la obra de Homero (o de los poetas/compiladores que hoy conocemos con ese nombre) parte la épica griega, y sirve de prólogo a toda la literatura que vendrá: la novela, el teatro… es decir, buena parte de la cultura occidental. Así se entienden muchas cosas, sobre todo la afición por pelearnos (aunque no es patrimonio de Occidente), ya que la Ilíada es, sobre todo, un poema de guerra en el que se exalta el valor, la amistad y el honor entre soldados. Pero esto de poco vale si los dioses no están de su lado, pues ellos deciden los actos humanos manejando el destino de los hombres a su antojo. Como dice Zeus en algún momento: no hay sobre la tierra especie más miserable que la especie humana.

El poema empieza y termina in medias res, narrando un solo episodio del largo asedio a Troya, pues los oyentes de la época conocían sobradamente la historia. En ciclos épicos posteriores (no homéricos) se amplía la narración con otros episodios: el caballo de Troya, el talón de Aquiles, el saqueo… que en mi ignorancia esperaba encontrarme aquí. Pero a falta de éstos, abundan otros míticos momentos: la lucha en torno al cadáver de Patroclo, la angustia de Príamo, o las intervenciones de los dioses, que en ocasiones son delirantes. Y es que aunque la obra es fundamentalmente trágica y violenta, hay también momentos para la comedia o la ternura. El autor conoce a su público y es muy hábil dosificando la acción, con el enorme mérito añadido de estar inventando técnicas como el ritmo dramático, el desarrollo de personajes y otras innovaciones que se han convertido en piedra angular de la literatura.

Las constantes metáforas, las fórmulas repetidas (Hera de ojos de novilla, Aquiles de pies veloces, etc.) nos recuerdan el origen oral de sus cantos. He hojeado otras ediciones, y ésta de Cátedra (de Antonio López Eire) me parece excelente, muy legible. Al haber optado por el verso no sólo se acerca más a la redacción original, sino también a la oralidad que en principio tenía el texto. En las notas, no evita redundar en datos ya repetidos si cree que pueden ayudar a comprender mejor el texto, lo que se agradece. Si además es, como dice la contraportada, una traducción “muy literal”, miel sobre hojuelas (qué expresión más cursi, ¿no?).

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