La historia de los J. B. se ha repetido cíclicamente durante más de mil años en Castroforte del Baralla. Su última encarnación podría ser Jesualdo Bendaña, o bien Jacinto Barallobre, ambos descendientes de ilustres familias tradicionalmente enfrentadas. Pero también podría ser José Bastida, “un desgraciado” en sus propias palabras, que sin embargo participó en el renacimiento de
la Tabla Redonda junto a destacados miembros de la sociedad castrofortina, a imagen y semejanza de
la Tabla Redonda original del siglo XIX, que se reunía en el Café Suizo y que se disolvió antes de la guerra, después de haber declarado a Castroforte “cantón independiente”…
Me confieso incapaz de resumir en pocas palabras el enrevesado argumento de esta magnífica novela, desbordante de imaginación, digresiones, interpolaciones, saltos temporales, enfrentamientos entre ciencia, magia y religión, y un sinfín de hallazgos literarios que han motivado comparaciones con
Rayuela, o incluso con el
Ulises de Joyce. Personalmente, me gustaría leer algún estudio que pusiera en relación el libro con películas de
Berlanga y afines, pelis corales como
Amanece que no es poco y otras de los 70 y 80’s. Quizá sea una tontería, pero yo he pensado en ello mientras lo leía.
Hará cosa de cuatro o cinco años se reunieron en Pontevedra
José Saramago,
Manuel Rivas y otros que no recuerdo, para hablar de
Gonzalo Torrente Ballester y de
La saga/fuga de J. B. Defendían que el imaginario pueblo gallego en el cual se desarrolla la novela, Castroforte del Baralla, se corresponde con Pontevedra, ciudad que Torrente conocía muy bien (una de las dedicatorias es “para mis amigos de Pontevedra y Marín”). Yo me perdí dicho coloquio, me enteré al día siguiente por un artículo en el periódico (recuerdo que el periodista comentaba la buena impresión que le habían causado a Saramago las mozas pontevedresas), pero fue suficiente para despertar mi curiosidad por el libro.
Después de leerlo, estoy de acuerdo en que Castroforte está inspirada, al menos parcialmente, en Pontevedra, y me bastan unos pocos ejemplos: una pequeña ciudad provinciana, repleta de funcionarios (los “godos”), con dos ríos, fundada presuntamente por los griegos, enfrentada a la ciudad vecina Villasanta de
la Estrella (a.k.a. Vigo)… el loro del boticario (de Perfecto Feijoo a Perfecto Reboiras en la novela), la basílica financiada por el gremio de mareantes…
La Tabla Redonda puede estar inspirada en las tertulias pseudo-literarias que existían a finales del siglo XIX, que dieron esplendor a los carnavales de Pontevedra inventándose al Rey Urco en 1877, o que se sacaron de la manga la fundación de la ciudad por el mítico Teucro (un héroe de
la Ilíada):
“Fundote Teucro valiente…”, como se puede leer en la fachada del Ayuntamiento (gracias por la foto,
Dinintel). Para saber más recomiendo leer
De mi viejo carnet, de Prudencio Landín Tobío, editado por
la Diputación.Pero me estoy yendo por las ramas.
La saga/fuga de J. B., aunque divertidísimo, no es una lectura fácil (texto corrido sin puntos y aparte, constantes desvíos en la acción…), y debido a su abundancia en hechos y personajes recomiendo tener a mano lápiz y papel para anotar; yo no lo hice y tuve que volver atrás en la lectura un par de veces para enterarme. Está de más que diga que el esfuerzo vale muchísimo la pena, pero si queréis contrastar mi opinión, os ofrezco la del anónimo censor al que le tocó revisar la obra antes de su publicación:
«De todos los disparates que el lector que suscribe ha leído en este mundo, éste es el peor. Totalmente imposible de entender, la acción pasa en un pueblo imaginario, Castroforte del Baralla, donde hay lampreas, un cuerpo Santo que apareció en el agua, y una serie de locos que dicen muchos disparates. De cuando en cuando, alguna cosa sexual, casi siempre tan disparatada como el resto, y alguna palabrota para seguir la actual corriente literaria.
Este libro no merece ni la denegación ni la aprobación. La denegación no encontraría justificación, y la aprobación sería demasiado honor para tanto cretinismo e insensatez. Se propone se aplique el SILENCIO ADMINISTRATIVO.»